BÚSCAME
Después
de una sonada borrachera en una discoteca, me acosté y soñé que el mundo había
desaparecido por una terrible explosión nuclear. Cuando abrí los ojos, la
canción del verano estaba delante de mí con un bikini muy brasileño, sumamente
escotado. Me decía con voz suave y melosa regada con gotas de caipiriña:
-Cariño mío,
despierta ya, despierta ya, que la juerga ya llegó.
- Yo me llamo
Sergio, ¿cómo te llamas tú?- le pregunté.
-Eva Maria-
contestó.
Era una criatura
grácil, aniñada, que mascaba chicle continuamente y con un cuerpo que quitaba
el hipo. Solo pude decirle:
-¿Sabes que solo
quedamos tu y yo en este mundo?
Me miró con ojos
espantados y se puso a llorar convulsivamente. Me dio tanta pena, que intenté
consolarla. Ella solo decía:
-¿Qué será de
mí?, ¿Qué será de mí? Mi vida solo tiene sentido en función de los demás, si
nadie me va a llamar, ni recitar, ni recordar, es que no existo-.Se echó a
llorar desconsoladamente.
Era la típica
chica de playa que se lía con todos los tíos que están buenos y que en cuanto
tienen las más minina contrariedad se vienen abajo. Eva Maria insistía en su
desgracia particular.
-¿Es que no lo
entiendes? Yo me llamo Macarena, o Eva Maria. El nombre da igual, pues se reinventa
cada verano y eso me da nueva vida. Si no hay nadie que me nombre, moriré. No
basta con que me tararees de vez en cuando, se necesita mucha gente cantándome
para que yo tenga vida propia...
No paraba de
gimotear. Con un suspiro profundo, llenó de aire su pecho propio de una garota
de Ipanema, y añadió:
- Así es mi
vida. Mis padres fueron coplillas y querían para mí un futuro mejor y ya ves en
lo que me he quedado.
Siguió llorando
lagrimas con sabor a ron de Jamaica. El rimel se le corría. La muchacha me daba
pena y además estaba un rato requete-buena, seria una lastima que
desapareciera. La dejé un buen rato que se desahogara y después me acerqué a
ella. Acariciando su pelo azabache, le pregunté:
-¿Alguna vez has
pensado lo que te gustaría ser? Quizás ha llegado el momento de cambiar.
Ante mi
sugerencia, advertí con un brillo distinto en sus ojos. Limpiándose los mocos
contestó:
-¿Puedo
cambiar?, ¿Podría ser otro tipo de canción?
-Sí - le
contesté- siempre y cuando alguien te ayude con las letras de tus canciones.
Me dijo que
siempre había esperado la oportunidad de madurar pero que los productores
siempre le decían: el próximo año guapa que por ahora estas muy buena y así se
le iba pasando el tiempo sin poder cambiar de registro. Ella me dijo que siempre
soñó con cantar canciones intemporales que la gente recordara cuando estuviera
enamorada.
Yo nunca había
escrito nada pero me gustaba tanto la chica que me puse manos a la obra. Por
las mañanas escribíamos las letras y por la tarde les poníamos acordes. Eva
Maria empezó a hablar del Mediterráneo, de la Hiedra, de las Amapolas etc. La
notaba cada vez mas cambiada. Me atraía enormemente y me convertí en su
manager, aunque tampoco había nadie más... Decidimos ponernos un nombre
artístico: Sergio y Estibaliz. Ella se dejo una larga trenza morena, yo me dejé
crecer la barba. Queríamos grabar nuestras propias canciones. En eso estábamos
cuando me desperté sonando en la radio:
¿Quién te cantará con esta guitarra
Quien la hará sonar cuando no este yo?
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