martes, 23 de septiembre de 2008

Próximo libro "La Metamorfosis".


El dia 27 de octubre comentaremos " Pabellones Lejanos" (mil y pico páginas) y " La Metamorfosis" (¡ por fin!) de kafka. Enhorabuena a todos por ese esfuerzo creativo y que se repitan los hechos en Navidad.

Premio 1er Concurso "Relato Erótico".


Ayer, en la reunión mensual del Club del Libro se entrego el premio al “1er Concurso de Relato Erótico”.

La ganadora fue Sonia Escrihuela, que recibió el premio de manos de los perdedores, consistente en un plátano natural dentro de una caja con flores y decorada con servilletas de color rojo. Pelín cutre, pero bien intencionado !!.

A continuación, Sonia procedió a leer en voz alta su relato provocando una tempestad de aplausos y lascivia (esta no se manifestó de manera ruidosa, sino que fue interiorizada por los participantes).

Concluimos el acto con una degustación de productos alimentarios y bebidas de todo tipo hasta altas horas de la noche, costeada a escote por los participantes en un local próximo al Café Ruiz.

martes, 16 de septiembre de 2008

Concurso Relatos Eróticos.

Ahora si, se cierra el plazo de entrega de relatos con una estupenda respuesta.

Leedlos con calma, disfrutadlos (je,je,je...) , reflexionar y dar vuestros tres votos antes del mediodia del próximo lunes 22 de Septiembre.

En la reunión del Club del libro se desvelará quien es el ganador, y podremos comentar largo y tendido sobre el potencial "erótico" de los miembros del Club.
Muchas gracias a todos por vuestra participación.
Besos, abrazos y achuchones,
Fernando.

Recuerdo

Tendida sobre la arena se resistía aún a abrir los ojos. Sentía el sol abrasando su cuerpo, pero no era sólo esta fuente de calor la que hacía que su cuerpo despertara tan sofocado. Poco a poco se dio cuenta de donde estaba, de que había soñado otra vez con él y de que las sensaciones que acababa de experimentar había sido esta vez demasiado reales, tan fuertes que su cuerpo memorizaba aún el último pequeño espasmo, más aún que su mente... Lo mismo que aquella noche, casi de madrugada, en el mismo lugar en el que ella permanecía tumbada. Donde había sentido, primero, el sabor de sus labios, de su cálida lengua recorriendo la suya sin descanso y de la que no hubiera querido nunca separarse. Luego la sensación electrizante de sus manos sobre su rostro, sobre su cuello, bajando la cremallera de su falda, desabrochando lentamente los botones de su camisa y dejándosela completamente abierta, para continuar recorriendo, sólo rozando, con la punta de sus dedos su cuerpo cada vez más tembloroso, más excitado, pero sin detenerse mucho allí donde ella sentía sus terminaciones nerviosas a flor de piel, a punto de explotar...
Volvió a recostarse sobre su toalla y cerró los ojos para seguir recordando.

Memoria Dual

En casa. Aún con el aroma de tu piel en mi piel. Aún con el deseo devorándome la memoria y la razón. Aún con ganas de ti.

Te fuiste irradiando más que nunca ese aire sensual que me deja loco. Y ahora, sólo una hora después, aún te siento conmigo. Tu presencia es tan fuerte a mi alrededor que mi cuerpo ni siquiera ha percibido tu ausencia.

Aún siento una ligera inquietud y el calor del deseo cosquilleándome entre las piernas. Siempre me dejas con ganas de más. Sé que sueñas con la humedad caliente que me envuelve cada vez que me excitas y con ese olor penetrante que enloquecido de deseo buscas cada vez que me desnudas.

Te transformo. Tu mirada brilla con una intensidad que jamás se podría sospechar fuera de estas paredes, fuera de mis brazos. Siento como nuestro deseo ultrapasa los límites del tiempo y del espacio. Siento tu respiración jadeante. Con sólo recordarla mi pulso se acelera, mi corazón late más fuerte, mi pene se endurece bajo el roce de mis manos.

Te gusta que te acaricie sobre la ropa. Cierras los ojos y te abandonas al dulce placer de saber lo que viene después. A la placentera sensación de dejar caer tu camisa, de sentir mis manos descendiendo por tu culo, mientras bajo poco a poco tus calzoncillos. Adoras que me excite con tu excitación. Como ahora: solo estos recuerdos me hacen tocarme ligeramente. También sobre la ropa. Como te gusta.

Siento la carne de mi miembro. Duro, erecto. Con el poder desafiante del deseo. Me gusta tocarme y pensar en ti. En tu piel suave y tus jadeos intensos, en tus pezones de almíbar y en tu lengua besándome los míos, descubriéndome ese placer hasta hace poco desconocido. Mis dedos descienden un poco más, hasta la base de los testículos; siento mi mano húmeda repitiendo, con un movimiento casi automático, caricias cada vez más fuertes que me hacen sentir un deseo irrefrenable. El tanga negro sobre tu culo. Tu boca ávida sobre mi piel. Tus pezones en mi boca. Tu lengua derritiéndome dentro de ti.

Apago la luz, cierro los ojos y humedezco mis dedos. Dejo que se deslicen poco a poco entre mis muslos. Te imagino de nuevo conmigo. Sentado delante de mi. Te abrazo por detrás mientras te acaricio el pecho, descendiendo golosa por tu ombligo. Tu respiración se acelera y me sume en esa ascensión desenfrenada que tanto nos gusta compartir.

Tus gemidos. Nada más excitante que tus gemidos. Cada vez más altos. Cada vez más fuertes. Desenfrenados. Osados. Jamás dejarán de sorprenderme. Y nunca dejarán de retroalimentar mi deseo. Me gusta pensar que nos escuchan. Es excitante imaginar que otras personas se masturban oyéndonos... exactamente como me masturbo yo ahora. Cada vez más rápido, cada vez más sorprendido por la energía que me contagias, por el deseo infinito que enraizas en mi.

Mis dedos acarician mi clítoris en una cadencia rítmica. Música táctil. Física maravillosa de mi cuerpo. Maravilla física que me une a ti, multiplicándome en dedos, manos, brazos, pechos, labios y sueños. Jadeo. Jadeo. Jadeo. Cada vez más fuerte.

Siento oleadas de placer. Mi espalda se arquea. Mis labios tiemblan. Mi cuerpo es tuyo gracias a mi recuerdo. Decido parar las caricias de mi mano ensalivada. Inspiro profundamente. Siento escalofríos. La pulsión de la sangre en mi pene. Pienso en ti y en lo que estarás haciendo ahora. Me gusta prolongar la espera. Sentir mis latidos y mi voz temblorosa al intentar hablar. Excitadísimo, decido llamarte. Quiero que me sientas, quiero que intuyas como me dejas. Quiero contagiarte de mi deseo. Quiero que vuelvas.

Me rozo los pezones por encima de la camiseta. Fantaseo con la imagen de tenerte inmóvil, sobre la cama, mientras te enloquezco de placer. Jadeo más fuerte. Me excita oírme sin frenos. Mis dedos se aceleran, mi ritmo se acelera, mi respiración se acelera. Pienso en ti. Cierro los ojos.

De repente, suena el teléfono.

Quiromancia

Tenía trabajo y cuando el mensajero mencionó mi nombre sólo alcance a ver una mano sobre mi mesa que portaba un sobre blanco. Era una mano morena, larga y con dedos fuertes. Levante la vista y estaba allí.

Ocurrió en un instante. Tome su mano y la gire. En las líneas del reverso pude ver nuestra historia: Su sorpresa por mi iniciativa. El cálido recibimiento de su boca y su respiración lenta y sabia, administrando los tiempos. De cómo su aliento paseó por esos lugares que de pronto reclaman su existencia y su cometido. Sus dedos simplemente apoyados en mi pelvis encendieron todo mi ser. Nadie nos rodeaba y le quite y me quito todo lo que no debía estar y …ya sentada sobre él, recibía cada una de las olas que llegaban desde mi interior, golpeándome una y otra vez, recibiendo ese placer que la vida te trae a veces por mensajero.

Gire de nuevo su mano y oí:

- “Que despacho tan bonito tiene…Bueno, una mujer hermosa como usted no se merece menos”

Sonreí y mire descaradamente sus hermosos ojos negros.

lunes, 15 de septiembre de 2008

El email

Otro día más, en la oficina, aburrida, apática y sola frente al ordenador. No hay nada nuevo, sólo unos cuantos informes que enviar a Londres, un par de reuniones con proveedores y seguramente alguna gestión de coches. No hay duda, la monotonía hoy se vuelve adueñar de las circunstancias....

Voy a chequear el email por si hubiera algún tema urgente....y..... NO PUEDE SER !! ¿qué ven mis ojos? ¿quién me ha enviado un email? Me estoy bloqueando, así que me aseguro y vuelvo a mirar para reiterar si es cierto lo que ven mis ojos..... y ..... SÍ, no hay duda, es él, me ha escrito...!!!!!

Respiro hondo y mientras pienso si voy a tener fuerzas de dar al ratón para abrir el email cierro los ojos y siento como mi cuerpo empieza a temblar ¿quedaremos esta vez en su casa o me llevará a un sitio nuevo???? Sin poder controlarme, siento como un escalofrío recorre todo mi cuerpo y me acuerdo de la última vez, aún puedo sentir sus labios húmedos recorriendo cada centímetro de mi cuerpo, empezando por los dedos de los pies, y subiendo muy lento por las piernas, pasando por mis caderas, recreándose en mis pechos, hasta llegar a mi boca ....uuufffffff apoyo la cabeza en la silla, me toco con mis manos sudorosas la garganta, siento que no puedo tragar, mi pulso se acelera, y mi corazón cada vez palpita más y más deprisa , creo que me voy a desmayar .... respiro profundamente intentando controlar la repiración, mientras cruzo las piernas y me muerdo los labios , necesito controlar esta situación, pero es imposible!!....ya no soy dueña de mi cuerpo ......noto como un calor sube por dentro de mí, parece que me ahogo y sé que mis mejillas se están poniendo totalmente rojas, lo sé, todo el mundo se va a dar cuenta.......¿qué puedo hacer?????

RIIIIIIIIIIINNNNNNNNNGGGGGG.....Dios mío me llama mi jefe ¡!!!....de un respingo me incorporo en la silla y como por inercia contesto rápidamente ¿si, buenos días??? Mientras mi jefe me cuenta no sé que cosa, yo sólo pienso si cuando quedemos me voy a poner mi conjunto nuevo de lencería negro o el que tanto le gusta de la Perla....aaaaaaayyyyyyyyy qué emoción ¡!! respiro profundamente y siento como todo vuelve a la normalidad...el corazón empieza a bajar el ritmo cardíaco, mi pulso se desacelera y las manos ya no me sudan, además creo que el tono de mi piel vuelve a ser normal . Sólo quiero colgar, respirar hondo y abrir el inesperado email....
Ahí estaba su mensaje, frío, escueto y conciso.... NOS VEMOS EL PRÓXIMO JUEVES, 3 DE SEPTIEMBRE.... ME CASO ¡!!...

Obsesión

Todas las mañanas nos cruzábamos en el ascensor a las 8:30 cuando íbamos a trabajar. Apenas nos dirigíamos la palabra pero yo te imaginaba desnuda y te follaba en mi mente varias veces en aquel corto trayecto de ascensor.

Entonces llegó el verano y mis sueños empezaron a hacerse realidad aquella noche en que en un descuido saliste desnuda la tendedero. Yo estaba fregando frente a la ventana y fue tal la emoción que rompí varios platos.

Cada mañana había soñado con tu cuerpo perfecto, pero lo que pude ver mejoraba lo imaginado. Esos pechos redondos y turgentes que pedían a gritos ser acariciados, ese viente liso que terminaba en una suave alfombre de terciopelo negro y esas piernas bien torneadas eran las formas de la mujer perfecta que yo siempre había deseado.

Era tal mi obsesión por ti que aquel verano no salí de vacaciones para mantener nuestro encuentro diario en el ascensor e hice instalar un telescopio en la la cocina para verte más y mejor. Me volvía loco cuando te veía follar con aquellos hombres porque pensaba que eras mía y sólo para mí.

Un mañana dejé de verte, tú nombre desapareció del buzón y me dijeron que te habías mudado a otra ciudad. No pude soportar que desaparecieras sin dejar rastro hasta que una mañana coincidí en el ascensor con una chica joven que había alquilado tu piso y la historia comenzó otra vez.

Motores del Universo

Eros: el impulso vital, la creación, el deseo…Amor
Thanatos: la muerte, la destrucción, la apatía, la indolencia…Odio

¿Cómo identificar una sin la existencia de la otra? Lo que los orientales llamarían el yin y el yang: la alternancia entre algo y su opuesto; y como todo lo que nos mueve: definido por el grado alcanzado dentro de los opuestos.

Dos fuerzas que dirigen al hombre como individuo, pero ¿podría decirse que, como sociedad, nos encontramos gobernados más por una tendencia que por la otra en cada momento histórico?

Tener a Eros de nuestra parte es imprescindible para una existencia feliz. Sin deseo no se construye nada y no hablo solo del sexual (siempre deseable –valga la redundancia-), sino del deseo como motor para actuar, para crear y siempre belleza porque está guiado por el amor, del que también forma parte.

Bajo el Sol

Me gusta el ardiente sol dorándome la piel, tamizado por la protección sesenta que equilibra el fuego abrasador transformándolo en cálido placer. Me encantan estos primeros días de junio donde la brisa aún es fresca y agita mi pelo sedoso y suelto. Desearía que el sol pudiera acariciar mis pechos y broncearlos, pero las normas de la urbanización no lo permiten.

Las reglas dictadas por estas matronas tardías de vientres estriados y pechos caídos escondidos detrás de los pareos, que no desean ver como sus maridos babean al ver cimbrear mi cuerpo fresco y turgente en todo su esplendor, haciendo surgir esos deseos que ellas ya no son capaces de suscitar. Y si al menos ellos se atrevieran a algo más que a lanzarme miraditas de reojo mientras remojan sus barrigas cerveceras y sus calvas más que incipientes.

¡Qué asco de vecindario! Allí aparece Fermín, este al menos tiene un tipo aceptable y sus manos fuertes serían capaces de arrastrar la pereza de mis músculos, si los sometiera a un aceitoso y profundo masaje con esa ternura que parece destilar, podría retozar con él sobre la hierva de la piscina hasta aullar de placer bajo la luz de la luna llena... Pero solo tiene ojos para su insignificante mujercita, es monilla y tiene buen tipo, una de esas tontas muditas que tanto le gustan a los hombres.

Allí se mueve una cortina, el que faltaba: Teo, el único soltero de la urbanización, no es feo pero ya debe rondar la cuarentena, si al menos fuera más decidido, ni siquiera se atreve a mirarme a los ojos cuando nos cruzamos. Eso si, soy la preferida del teleobjetivo de su cámara, aunque ya me he cansado de destapar discretamente mis senos para que pueda fotografiarlos y luego se masturbe en la soledad de su cuarto noche tras noche deleitándose y soñando con poseerme, mientras su mamá duerme como una bendita en la habitación contigua.

Pensaba que mis insinuaciones le animarían a un acercamiento, pero ha sido peor desde entonces, creo que sus escasas fuerzas se han disipado totalmente en múltiples, recónditas y solitarias eyaculaciones.

Hoy de nuevo solo me queda el placer del sol, de su abrazo que me posee sin ambages, de su fuerza que inunda con su plenitud todos los poros de mi piel, de sus rayos que me golpean hasta dejarme exhausta, haciéndome vibrar y destilar todo el placer que deseo sentir.

El Asceta

Me convertí en un asceta de metrópoli, sin ganas de probar ningún tipo de contacto carnal que me devolviese el recuerdo de sabores lejanos y sabrosos.

Aniquilado de deseo, no podía incitar mi cuerpo a recordar momentos gloriosos de placer, ni siquiera las mujeres de las marquesinas de los autobuses que sonreían insinuantes en ropa interior, hacían que se alegrara el que antes había sido el miembro mas importante de mi cuerpo.

Me encerré en casa y me dispuse a darme una ducha purificante. Abrí la alcachofa que empezó a escupir agua, primero un poco fría luego más cálida, tan tibia como mi propia temperatura corporal. El agua caía como agua de lluvia, abundante, leve. La fuerza del agua dibujaba mapas de gótitas en mi espalda. Me senté debajo de la ducha y escondí mi cabeza entre las manos. Experimenté la necesidad de estirarme en la bañera, coloqué mi espalda contra la pared de la bañera. Tensé mis piernas haciendo fuerza de palanca contra la otra pared y apoyé mi abdomen sobre el suelo de la bañera. El chorro casi con vida propia pareció moverse y mojar con fuerza mi abdomen que descansaba plácido. Si, ese agua cálida, golpeaba mi sexo griego que había sido abandonado a su suerte.

El cosquilleo del agua tenia poderes milagrosos. Lo supe a través de la abundante cortina de agua que separaba mi cabeza de la parte inferior de mi cuerpo. Sentí que reaccionaba como en el pasado y mi voluntad no servía para someterlo. El agua implacable caía en mí miembro, con orgullo se elevó al ritmo de la caída del agua sin ayuda. Yo, atónito, al otro lado de la cortina de agua, observaba el milagro. Consciente busqué más excitación, más placer, y moví mis caderas al son del agua, no quería que se acabara ese baile.

Me movía en silencio con la respiración casi contenida, sabiendo que eran unos momentos íntimos de placer desconocidos. Jadeé con furia. Dejé que por mi boca, se escaparan gritos que bramaban alegría, por fin sabia que era posible lograr un placer solitario. La furia del agua que escupía mi propio cuerpo, me llevaron al extremo del placer, tumbado en la bañera.. Sin mirones ni observadores letales de mi deseo, me sentí libre por fin de gozar conmigo mismo en un sólo acto brutal.

Me sorprendí acariciando mi propio cuerpo, con vicio, admirando lo refinado de mis formas, el gusto de mis músculos esculpidos por años de sacrificio, piernas e ingles firmes, mi pecho como una pista de patinaje, mis brazos un poco velludos y unos pies largos y esbeltos. Mi boca levemente entreabierta, dejaba escapar mis suspiros de gusto y satisfacción. Un nuevo ritmo corporal se había instalado en mi, era el dueño de mi propio orgasmo y quería hacerlo perdurar todo lo que pudiese.

Una extraña sensación de victoria me inundaba, mi propio regalo era yo mismo. Yo era el destinatario de tanta belleza y el único que conseguiría disfrutar de ella con plenitud.
El agua caía abundante, con lentitud me incorporé. Me sentía feliz, nadie podría adivinar los placeres tan deliciosos que me tenía reservados mi nueva vida.
Definitivamente me convertí en un asceta.

Pasión Silvestre

Un suave aroma a tomillo y lavanda penetró por mi nariz, al tiempo que la primera luz del amanecer me iluminaba la retina con un brillo nacarado. El esplendor del campo abierto, cubierto de rocío y despertando a un nuevo día, llenó mis miembros de vigor y estimuló mi naturaleza animal de un modo salvaje.

Como cada día, me desperecé largamente y dejé que la sangre caliente fluyera a lo largo de todo el cuerpo, liberándome del entumecimiento nocturno.

Caminé unos cuantos pasos y miré a mí alrededor, no había nada a la vista pero sin embargo la sensación de una fuerte presencia empezó a inquietarme.

Un sutil olor a hembra se manifestó de improviso, haciendo que se me dilataran las pupilas y acelerándome la respiración. Miré con gran atención y allí estaba ella.

Era preciosa !!. Su figura estilizada, de suaves curvas y redondas turgencias, se mostró ante mí en todo su esplendor. El contraluz del Sol mostraba su contorno rodeado de una miríada de diminutos granos de luz, que brillaban y giraban en enloquecidas danzas de fulgor.

Nos miramos mutuamente y una corriente eléctrica saltó entre nosotros. Me dirigí hacia ella y nuestros rostros se acercaron hasta casi tocarse. El olor de su pelo sedoso y la calidez de su cuerpo me envolvieron como un velo de seda. Una tremenda excitación me erizó el vello y el corazón latió desatado como queriendo salirse del pecho. Sentí que la pasión se derramaba como un charco de agua sucia.

Retrocedió unos pasos y se paró sobre una plataforma de piedra alfombrada de tréboles silvestres y rosas de Genciana, que con el calor del Sol naciente exhalaban sus aromas y nos rodeaban de una atmósfera pesada y sensual.

Me situé detrás, mientras que ella con la respiración agitada y un imperceptible temblor en el cuerpo, esperó inmóvil mi reacción.

Sujeté sus caderas con las manos y pegué mi cuerpo contra el suyo. Un estremecimiento nos recorrió al unísono. Reaccionó instantáneamente, abriendo las piernas y ofreciéndome su jugoso fruto del placer.

Ciego de pasión, me introduje dentro de ella de una manera violenta y explosiva. Noté como la sangre se agolpaba en mi rostro y casi sin darme cuenta inicié una frenética danza pélvica.

Tres segundos más tarde todo había terminado. Con gran satisfacción, solté mis manos de sus caderas y las puse en el suelo.

Ella avanzó unos pasos y sin mirar para atrás se alejó dando pequeños saltitos, mientras olisqueaba unas ramitas de salvia.

La pequeña conejita se distanció de mí suavemente mientras que yo, ya satisfecho mi ardor, me concentraba en buscar las jugosas zanahorias silvestres que solían formar parte de mi desayuno.
Quizá en poco más de un mes, unos gazapillos como temblorosas bolas peludas manifiesten mi virilidad matinal.

Para ser sinceros, me importa un bledo.

LA CEREMONIA

El hotel era correcto, céntrico, frío y aséptico. La alfombra del recibidor parecía mullida y mis pies se quedaron clavados entre mechones de larga lana. No podía tragar saliva y el corazón golpeaba mi pecho con fuerza. Cerré los ojos y con pasos muy cortos seguí avanzando notando como mi corazón se salida del pecho, y seguí avanzando y avanzando y avanzando. La cita era a las 4 de la tarde porque tenía que acabar antes de las 7 y sería demasiado complicado dar explicaciones sobre mi falta de puntualidad.

El toque suave pero contundente de la puerta me sacó bruscamente de mis pensamientos. Abrí, le miré y acto seguido e instintivamente bajé la mirada. Pasó sin saludar y las primeras palabras que oí de su boca fueron:
- ¿Sabes lo que te costará, verdad?.
- Por supuesto.

Su voz carecía de personalidad, me preguntó si me quitaría yo la ropa o me desnudaba él.
- Prefiero hacerlo yo sola.

Se sentó en una butaca y observó como fui despojándome de cada prenda. Su mirada era provocadora a la vez que ansiosa no tanto en deseo como en premura. Me dejé caer sobre la cama con los brazos en forma de cruz y con tan solo una braga de algodón blanco sobre mi cuerpo observé como él se desnudaba y se colocaba de rodillas a la altura de mi cintura. Colocó las manos sobre mis pechos y acercó su boca a uno de mis oídos.
- ¿Qué quieres?.
- Quiero todo y luego más.

Un olor amargo me produjo una primera nausea pero al notar su erguido miembro bajando por mi estómago y rozando mi ombligo la nausea se transformó en escalofrío y el escalofrío en ansia y el ansia en deseo. No fue rápido, primero jugó con su lengua en lugares donde jamás había llegado ni siquiera el agua de la ducha. El olor fue más fuerte y empecé a notar como mi cuerpo se rendía y se convulsionaba en rítmicos espasmos que seguían una melodía jadeante. Abrí más las piernas al tiempo que cerré los ojos y sentí un brusco empujón dentro de mi que me estremeció. El ritmo fue aumentando y la pérdida de control acompañó a la de la inocencia. Más olor y un mar de agua entre los dos. Mi voz sin control pronunciaba una mezcla de palabras obscenas mezcladas con Dios mío y mío Dios. La explosión llegó no sé cuando, no se cuanto pasó, cuanto perdí, cuanto gané, cuanto pregunté y cuanto lamenté.

El resbaló de mi y cayó al lado sudoroso y asombrado por la dificultad.
- ¿Ha estado bien esto? ¿era lo que buscabas?.
- Quiero más, seguro que hay más.
- Pues, hay... cien euros más.
- De acuerdo, termina.

Volvió sobre mi y me dio la vuelta. Mis brazos seguían en cruz y mi cara pegada sobre la sábana ocultó toda la vergüenza y el placer y en aquella oscuridad se refugió la boca que seguía blasfemando. Mis manos se cerraron apretando las sábanas y cerrando en un puño todo el pasado. Mi cuerpo ya no era mi cuerpo. Era un cuerpo más, era su cuerpo y el del mundo. No sé cuanto tiempo pasó. Me perdí y perdí mi cuerpo.

Una vez terminado el trabajo “él” me preguntó porqué. Había sido distinto y su trabajo no había resultado el habitual.
- Mañana me caso, mañana me visto para EL, mañana leeré mis votos y mañana renuncio a “ti” y me entrego a EL.

Era un día claro, las campanas de la iglesia sonaban y un coro se oía a lo lejos. Ya era para EL para siempre y mi vida también y mi alma y mi cuerpo.... pero mis ojos ya no miraban el mundo, sólo veían y EL me aceptó. Era mayo, mi vestido era blanco y las hermanas del convento de Santa Mónica me esperaban.

Mi destino se llamaba “clausura”.