LA CANCIÓN DEL VERANO:
Aserejé
“Aserejé, ja, deje, dejebe tu dejebere seibiunouva majavi an de bugui an de
güididípi…”
No entiendo nada, pero la alegría
y el ritmo de esta canción han traspasado las fronteras. Al principio pensé que
la ponían porque en el hotel había muchos españoles, pero anoche los italianos
la bailaban y parecían conocerla de toda la vida. Es curioso cómo oír una
canción te hace sentir como si estuvieras en casa disfrutando de la piscina, sobre
todo después de tres días de viajar por el desierto hasta llegar a unos pobres
oasis donde aún se vive en cuevas subterráneas como en la Edad de Piedra. Lo
único que realmente me sorprendió fue El Jem; encontrar un coliseo en medio de
ninguna parte describe mejor que cualquier ensayo el cambio de los tiempos y la
futilidad de muchos de los esfuerzos del hombre a través de los siglos.
La piscina está llena, parece que
todos hemos optado hoy por tomarnos el día de descanso. Contemplando a los
bañistas, me quedo mirando a una rubia con bikini rosa, que está realmente
potente.
Sonia se levanta de la hamaca y se
dirige hacia ella.
-Torcuata, he visto…
No entiendo lo que dicen con el
sonido de la música:
“…Diego tiene chulería y ese punto de alegría raftafari afrogitano y
donde más no cabe un alma…”
Es un nombre imposible. Si la
presentara a mis amigos se despiporrarían de risa; podría llamarla Cati. Le
saca casi la cabeza a Sonia y su piel reluce blanca y tersa bajo el sol, tiene
un cuerpo impresionante. Ya vuelve Sonia.
-De verdad se llama así. Es muy
fuerte.
-Sí, es fuerte.
-¿Cómo lo sabías?
-He oído como la llamaba su
marido.
-¿Cómo sabes que es su marido?
-Dijeron el primer día que estaban
de viaje de novios.
Es increíble cómo se entera de
todo. Veo a Cati evolucionar alrededor de la piscina y mis ojos no pueden
escapar del embrujo de su cuerpo. De forma casi automática mi mano derecha alcanza
la espalda de Sonia y empiezo a acariciarla, pero se levanta bruscamente y se va
al agua. Creo que ya se ha enfadado. He estado mirando demasiado tiempo a Cati
y ha debido darse cuenta. Esta noche no toca polvo.
Cati finalmente entra en la
piscina. Me doy la vuelta en la hamaca. Es de una belleza tan brutal que
mirarla te deja anonadado. No me ha producido ni siquiera una erección, así que
no puede considerarse pecado ni de pensamiento. Pero Sonia es peor que un cura;
es tan celosa que cuando estoy mirando cualquier cosa, antes que mi cabeza
pueda elaborar una idea, ya ella ha adivinado que voy a pensar y me ha
condenado. Si quiero terminar tranquilo los dos días que nos quedan de
vacaciones tendré que portarme bien. Pero debo ser sutil. Cuando vuelva la
dejaré que se serene un rato y luego le hablaré del sol, del aire seco y dulce,
de la luz reflejada sobre su cuerpo, de la belleza de su piel morena…
“…Aserejé ja deje dejebe tu dejebere seibiunouva
majavi an de bugui an de güididípi…”
No hay comentarios:
Publicar un comentario