martes, 29 de enero de 2008

CIUDAD ELEGIDA

MIRAR EL ALOJAMIENTO RESERVADO, ESTÁ CENTRICO

Tal y como quedamos, aqui estan los resultados:
Dublin: 2 votos, de Maite y Javier
Edimburgo: 5 votos de Isa, Cristina, Fernando, Maria Jose y Marisa.
Conclusión: nos vamos a Edimburgo.
Hemos propuesto dos fechas de viaje : 30-1 junio, 14-15 de junio.
Teniendo en cuenta que solo tenemos una compañia que vuela directo (Easy Jet) con un solo vuelo al dia, debemos ponernos las pilas y decidir fechas no vaya a ser que no haya plazas, tener en cuenta que cada uno tendrá que gestionar su billete, no así la reserva del Bed and Breakfast del cual tenemos una referencia muy buena de Maite y podemos hacerlo conjunto.
Ir poniendo aqui vuestras preferencias:
Maria Jose: 30-1 Junio
Marisa: las dos fechas estan Ok.
Mati: 30-1 de junio
Fernando: 30-1 Junio.
Mayte: las dos fechas están OK.
Isabel: las dos fechas están Ok.
Cristina: las dos fechas están OK.

Javier me ha comentado que lo decidirá mas adelante ya que le es dificil con tanta antelacion confirmar.
Dado que las personas que prefieren 30-1 de junio son tres y a las demás nos es igual, elegimos como fecha de viaje el 30-1 dde junio por lo que podemos ir adelante con las reservar aereas.
Os envio un link lo antes que pueda, para que veais los vuelos.
Maite enviame por mail, el hotel con objeto de poder ver el tema reserva de alojamiento.
Ojalá que al final Javier se pueda venir y estemos todos. Isa, contamos con José Luis, no?.
Os mantenemos informados.

lunes, 28 de enero de 2008

Un poema para mí


Matilde

The shy shy fleeting smile
Bids me stop, stay ... linger a while
The steady gaze halts the heart and then beguiles

Beneath soft shining chestnut tresses
Deep pools of olive jade and topaz flashes
Then eyes cast down ... secrets behind long long lashes

To dream and then to dream again ... some more
Of days ... nights ... with my enchantress ... my amor
Warm heavenly nights ... on a Spanish shore

Then skin ... to skin ... limb to ... limb
Soft sighs echo above a heart´s thundering din
Floating soaring ... on love´s hot hot surge to win

Now to lie quiet ... passion spent
Side by side the world is wondrous silent
With her tranquility is heaven sent

But I dream ... I dream too much
For my life is never ever such
Just to see her smile ... must be ... enough

So I´ll just bide my time ... and wait
To go to Madrid ... if I´m allowed by fate
To see the beautiful Mati ... for at least ... a coffee date

F Anthony Booker ~ Salar ~ 2° November 2007

Yo fui un niño soldado

Os reproduzco la entrevista publicada en El País semanal del 20 de enero a Ishmael Beah, autor del libro Un largo camino, en el que narra su infancia como niño- soldado en Sierra Leona. Tuve la suerte de oír su testimonio en la Festa Literaria Internacional de Parati en julio de 2007. Y puede ser interesante su lectura en algún momento.

Bárbara Celis 19/01/2008

Si eres testigo de un asesinato una vez, sientes miedo, se te revuelve el estómago, vomitas, lloras. Cuando el crimen se convierte en parte de tu vida diaria, te insensibilizas. Y si además te drogas, se te apagan las emociones”. Ishmael Beah sustituyó el verbo jugar por el verbo matar con apenas 12 años. El ejército de Sierra Leona le obligó a enterrar su niñez y a empuñar un fusil durante tres años en los que cometió crímenes cuya sombra sigue oscureciendo cada noche sus sueños una década después.

Pero Ishmael Beah ya no es ese niño de ojos enrojecidos por el odio, la cocaína y la pólvora. En su mirada franca y alegre no hay rastro aparente de su estremecedor pasado. “Tengo que aprender a vivir con los recuerdos de todo lo que hice. Son parte de mí mismo. Pero por eso quiero transformarlos en algo positivo. He vivido tantas cosas horribles que si me quedara sólo con lo malo, no podría levantarme por las mañanas”. Criado en una sociedad donde la tradición oral es el cordón umbilical por el que viajan las experiencias de la comunidad, nunca habría podido narrar sus vivencias como niño soldado de esa manera en una ciudad como Nueva York, adonde se trasladó a vivir en 1998 tras ser adoptado por una estadounidense.

Pero sí pudo escribir un libro, Un largo camino, que ahora llega a las librerías españolas y con el que espera contribuir a que el planeta tome conciencia de lo que significa realmente arrancarles su niñez a los más de 300.000 menores de 18 años que actualmente son obligados a combatir en 40 conflictos a lo largo y ancho del planeta. “El libro nació de la frustración. Cuando empecé a viajar por el mundo contando mi historia había gente que ni siquiera sabía que Sierra Leona era un país. Y cuando llegué a Estados Unidos me di cuenta de que el conflicto nunca aparecía en los telediarios. Y las pocas veces que se hablaba de esa guerra era para hacer hincapié en la violencia y las masacres, sin contexto, como si fuéramos simplemente un montón de colgados. Nunca se hablaba de cómo la guerra afecta a la gente”.

“Mi sueño es llegar a trabajar en la Corte Penal Internacional. Quiero contribuir a evitar situaciones como las que yo he vivido. Estoy convencido de que sí es posible prevenirlas, pero tiene que haber voluntad política. La prensa suele hablar de las guerras como si fueran debidas sólo a factores internos, pero hay muchos factores externos. Los países que están interesados en nuestras materias primas también son culpables. No hay leyes internacionales que penalicen la venta de armas, y mientras no se persiga a los países que las venden y se les siente en el banquillo, nada va a cambiar”.

Hay capítulos en el libro de Ishmael que incitan a preguntarse si es posible sobreponerse a ciertos hechos. Por ejemplo: “El teniente apuntó a los prisioneros. No estaba seguro de que alguno de aquellos cautivos fuera el que me había disparado, pero en aquellos momentos me servía cualquiera. Estaban todos en fila, eran seis, con las manos atadas. Les disparé a los pies y vi cómo sufrían todo un día hasta que los rematé con un tiro en la cabeza para que dejaran de gritar. Al apuntar a cada uno, los miré y vi cómo sus ojos abandonaban toda esperanza y se calmaban hasta que apretaba el gatillo. Su mirada sombría me irritaba”.

Éste es sólo uno de los múltiples crímenes que mancharon la vida y vaciaron el alma de Ishmael a lo largo de tres años. Como todos los niños que acaban empuñando un rifle, nunca quiso ser soldado, y la guerra que asolaba su país era simplemente un rumor lejano hasta que llegó a su pueblo. Antes de que Mogbwemo fuera arrasado por los rebeldes del Frente Unido Revolucionario, su vida consistía en jugar, ir a la escuela y cantar en un grupo de hip-hop. En cuestión de horas, Ishmael perdió a sus padres y hermanos y comenzó una larga huida hacia ninguna parte junto a otros niños huérfanos que acabaría algunos meses más tarde al ser adoptado por el Ejército de Sierra Leona, donde se le puso un arma en la mano a la fuerza y se le entrenó para matar. “En nuestra cultura, ser parte de la comunidad es muy importante, y tener una familia es fundamental. Cuando yo perdí a la mía, el ejército se convirtió en mi nueva familia. El comandante –un tipo violento que leía a Shakespeare– era la figura paterna, y los otros niños soldado, mis hermanos. Nos dieron un rifle y nos enseñaron a luchar. Por eso, cuando Unicef me sacó de allí, me resistí. Se crean relaciones muy fuertes en ese contexto”.

La marihuana, la cocaína y el brown brown, una mezcla de cocaína y pólvora, eran el menú diario que sus superiores les proporcionaban a estos pequeños asesinos. “A veces nos sentábamos a ver películas como Rambo y al terminar estábamos listos para salir a matar, y como teníamos las herramientas para hacerlo, lo hacíamos. Pero quizá lo peor del cine bélico sea que transmite la idea de que hay buenos y malos. Y no es cierto. En la guerra, todos los bandos son malos. Cuando matas a alguien, lo que te hace por dentro es tan dañino que nadie está a salvo. Te deshumaniza”.

Ishmael sólo pudo entenderlo cuando fue obligado a separarse de su rifle. Durante casi tres años, su arma fue su mejor amigo hasta que un grupo de funcionarios de Unicef le sacó de la guerra y lo trasladó a un centro de rehabilitación en Freetown. Allí conoció a otros jóvenes que habían combatido en el bando contrario. Y tuvo que aprender a superar el odio. “Esa parte es muy dura. Yo era muy violento con todos los que habían luchado con los rebeldes. Pero entendí que la retórica de la guerra era la misma en todos los bandos. A nosotros nos lavaban el cerebro y nos decían que ellos habían matado a nuestras familias, y a ellos les contaban lo mismo. En el proceso de vengarnos unos de otros, todos matábamos gente en una cadena de violencia sin fin. Y despertar y darte cuenta de lo que has hecho es muy duro”, recuerda ahora.

Quizá porque lo empezó a contar a los 17 años como vocal de los niños soldado de Sierra Leona ante la ONU, o porque lo vomitó en un libro, o porque el tiempo va curando las heridas, Ishmael es capaz de hablar de su trágico pasado con serenidad. Ya no hay lágrimas, aunque seguramente las hubo, y tampoco los remordimientos entorpecen su discurso, aunque las pesadillas sigan ahí y aún necesite acudir a terapia. “Ser un soldado no es difícil: o te acostumbras o te matan. Lo más duro es conseguir vivir con tus recuerdos y volver a ser tú mismo después de haber hecho las cosas que has hecho. Pero es posible: los programas de rehabilitación funcionan. Si te sacan de la guerra y te colocan en un centro en el que te ayuden a superar el trauma, tienes parte del camino hecho. Pero también es necesario tener una familia fuerte y una escuela. Yo tuve suerte, porque hubo alguien, mi familia adoptiva en Nueva York, que me apoyó. Pero también fue importante regresar a la escuela y descubrir allí que había cosas que me interesaban, como la política”.

Poco después de dejar el centro de rehabilitación para trasladarse a vivir con un tío paterno en Freetown, Ishmael fue escogido entre cientos de voluntarios para representar a los niños soldado de Sierra Leona ante la ONU. Allí fue donde conoció a Laura Simms, una de las responsables de los talleres que se organizaron durante la estancia de Ishmael en Nueva York. En 1997, cuando la guerra volvió a amenazarle al llegar a Freetown, huyó de su país y, tras un periplo de casi un año, consiguió trasladarse hasta Nueva York, donde fue adoptado por Simms. “Tuve muchísima suerte”, reconoce, y no duda, en parte, en atribuírsela a Dios. “Crecí como musulmán, pero en Sierra Leona hay mucha mezcla y tolerancia religiosa. No sé cuál es mi religión, pero siempre he creído que si estoy vivo es porque Dios quiso que me salvara”.

Hoy su vida transcurre en Brooklyn, un barrio neoyorquino del que escuchaba hablar en las primeras canciones de hip-hop que llegaron hasta él. “Mi idea de EE UU estaba basada en las películas y en las canciones. Creía que en las calles sólo había gente que conducía deprisa y disparaba. Nunca me imaginé que Nueva York podría ser una ciudad en la que la gente socializa por la calle”.

Si se le pregunta por los placeres que ha descubierto en el mundo occidental, no acierta a contestar. Finalmente se le ocurre una debilidad por su país adoptivo. “La tecnología. Internet es maravilloso, pero lo que siempre me gustó hacer en mi país, bailar y jugar al fútbol, también lo puedo hacer aquí”.

La primera vez que aterrizó en la Gran Manzana, camino de la ONU, nadie le dijo que era invierno. Llegó en camiseta y pantalones cortos y en Nueva York nevaba. Ishmael ni siquiera sabía lo que era la nieve. “Mi primer mes en Nueva York fue abrumador. La mitad de las veces no tenía muy claro si lo que estaba viviendo era realidad o ficción”. Al regresar a Sierra Leona se pasó muchas noches contándole a su familia sus experiencias neoyorquinas. Hoy, en cambio, Nueva York es la ciudad que ha hecho posible que muchos de sus sueños se cumplan. Pero la nostalgia sigue estando ahí. “Echo de menos la simplicidad de la vida. Me falta la conexión humana. Aquí la gente ni siquiera se preocupa por conocer a sus vecinos. Eso en mi cultura sería imperdonable. Tus vecinos son casi como tu familia. Todos se conocen, todos se respetan”.

Pese a las diferencias, se niega a criticar las preocupaciones de los occidentales, que podrían parecer superfluas comparadas con las de gente que carga con un pasado como el suyo. “Si alguien se siente mal y sufre, da igual el por qué. Hay que ayudarle a sentirse mejor, aunque uno piense que su dolor es vacuo. A mí lo único que realmente me resulta extraño es ver tanta infelicidad entre gente que tiene de todo. Yo vengo de un país en el que la gente no tiene de nada y es mucho más feliz que los de aquí”.

Festival HAY: Diálogo de rosas, memoria de espinas

¡¡Interesante crónica con muchas referencias para tener en cuenta!! Publicada en El País de hoy.

Diversidad y multitudes en el Festival Hay, que acabó ayer en Cartagena de Indias
JUAN CRUZ - Cartagena de Indias - 28/01/2008

En el rincón favorito del rey de Cartagena de Indias, en el restaurante La Vitrola, destaca el sonido de las maracas y la risa de la gente, pero hay dos personajes, un hombre y una mujer, que juegan sin ganas con las migas de pan. Tienen dos historias en cierto modo comunes y las dos son muy serias, graves, de muerte.

En el rincón favorito del rey de Cartagena de Indias, en el restaurante La Vitrola, destaca el sonido de las maracas y la risa de la gente, pero hay dos personajes, un hombre y una mujer, que juegan sin ganas con las migas de pan. Tienen dos historias en cierto modo comunes y las dos son muy serias, graves, de muerte.

Están invitados al Festival Hay, la tercera vez que se hace en Cartagena, y comparten mesa con otros escritores, con músicos, con editores, y están hablando de sus padres. El sitio en el que están teniendo esa conversación que les mantiene graves e interesados el uno por el otro, es donde habitualmente se sienta Gabriel García Márquez, el rey de esta tierra caliente del Caribe, cuya ausencia del Hay dura ya dos años.

Son Aminatta Forna y Héctor Abad Faciolince. Ella es escocesa de Sierra Leona y él es colombiano de Medellín; el padre de Aminatta fue ejecutado por el Gobierno de Sierra Leona con pruebas que compró a los testigos que ayudaron a quitarse de en medio a un rival político. Y él, Héctor, es el hijo de un médico de Medellín que fue acribillado por los paramilitares colombianos en pleno centro de la ciudad, hace años. Hasta ahora mismo el hijo no pudo contar su historia.

Aminatta y Héctor han publicado ya qué pasó con sus padres, y de eso hablaban, a media luz, encerrados en la algarabía de La Vitrola. Ayer tarde contó su historia Aminatta; está en su libro El diablo baila sobre el agua, con el que concluye su "viaje emocional" hacia un crimen que no pudo entender. En Colombia no cesan de escribir o hablar de la historia que cuenta Héctor en El olvido que seremos. Todos los días hay alguna referencia en la prensa, y ayer mismo un lector se le acercó con una convocatoria de uno de los cientos de foros donde lectores anónimos van a coger con pinzas este símbolo de lo que le sigue pasando al país donde cayó asesinado don Héctor Abad, médico.

Es quizá la más dramática coincidencia, pero en el Festival Hay hay muchísimas casualidades. Es su esencia, para eso lo concibió la familia de Peter Florence en Hay-on-Way, Gales, hace ya más de veinte años, y quizá por eso ha crecido tanto. A esta edición de Cartagena de Indias, una ciudad que parece el escenario de una película calurosa y húmeda, ha venido gente enfadada con el mundo, como el político e intelectual canadiense Michael Ignatieff, que insinuó lo que aquí todo el mundo piensa, que no es oro todo lo que reluce en la lucha contra el terrorismo, o el historiador británico Antony Beevor, que desmenuzó el instante mismo en que, dicen, se rompió de veras España.

Lo extraño, lo verdadero subyugante, es que esos personajes, destacados en su oficio y garantes de una discusión ética e histórica sobre los temas que traten, en estos foros pueden concitar el interés (silencioso, esto también es destacable) de miles de personas (¡que pagan su entrada!) y en otros lugares serían bocado de minorías. Es natural que Sabina y Serrat (sin duda los protagonistas más populares de esta edición) lleven ante su escenario a cientos y a miles, como ha sucedido, pero que poetas ignotos, por lo menos para el gran público, o narradores que aún no han roto la virginidad de la fama, lleven a sus actos (¡y pagando!) a miles de personas que hacen colas sin cuento ya entra dentro de lo que parece aún insólito en lugares de nuestra lengua.

Pasa en el Hay, ha pasado en Cartagena. El Hay se basa en el diálogo, en la mezcla de periodistas y escritores, que comparten escenarios para contrastar historias. Su símbolo, al final de cada diálogo, es una rosa, que los voluntarios locales que ayudan en la organización entregan a los intervinientes, es una rosa, blanca, rosada o roja. A veces hay espinas; Antonio Caballero, escritor, acaso el periodista más incisivo y polémico de Colombia, aludió en una discusión sobre el asunto que enfrenta a su país con Chávez, y se puso al lado del venezolano, al que quizá no le falta algo de razón. Y después le reprochó al público que fuera tan complaciente, que aceptara cualquier idea en silencio, que no se removiera contra los lugares comunes. Sobre todo contra los lugares comunes del Gobierno.

Flotan Colombia y sus luchas, cómo no, en el ambiente del Hay; cuando habló Ignatieff se cortaba con un cuchillo el silencio sobrecogido con el que acogieron sus palabras, como si fuera un sacerdote laico a favor de la limpieza con la que el Estado de derecho debe afrontar las amenazas que vive. Porque aquí, y eso se ve en la prensa, en las discusiones en voz baja, se vive la permanente certeza de que la lucha antiterrorista no tiene aún esos contrafuertes éticos que harían más creíbles sus métodos y su futuro. Beevor nos decía anoche que de una futura negociación a la inglesa para acabar con los terrorismos (en Colombia, en España), la toma de conciencia de ese factor y el entendimiento de los errores pasados son fundamentales. Y es fundamental, claro, que los terroristas depongan las armas.

La literatura es la reina del Hay, como García Márquez es el (ausente) rey de Cartagena. A Gabo se le cita en todas partes, para bien o para mal, su figura se adentra en las discusiones. Jon Lee Anderson, uno de los grandes periodistas del mundo, lo evocó hablando de la crónica de lo que pasa, los jóvenes escritores de Colombia hablan de él para tacharlo, como un abuelo, pero otros lo glorifican como un padre. Pero en persona sólo apareció una vez, en una enorme fotografía que reprodujo en el escenario del teatro Heredia (la joya del festival, uno de los preferidos de doña María Guerrero, que actuó aquí en 1920, está en una placa), en la que se ve al autor de Cien años de soledad melancólico, mirando al mar, subido en las piedras de una escollera, enfundado en su saco de cuadros blanquinegros.

La foto de Gabo, como la de muchos, es de Daniel Mordzinski, el fotógrafo que ha hecho para sí mismo y para EL PAÍS, con una paciencia de notario, los retratos de tres generaciones de escritores, desde el argentino Jorge Luis Borges al peruano Yvan Thais, desde que empezó la historia del boom hasta este tiempo en que ya a la gente más joven el boom le resulta un vocablo venenoso o por lo menos como el chicle. La exposición (que fue virtual) sobrecoge, porque hace historia del gran patrimonio, acaso disperso, de la gran literatura en español del siglo XX (y aledaños). Fue pórtico gráfico de una discusión sobre la vanidad de los escritores, animada por Daniel Samper Ospina e ilustrada con la experiencia que como investigador del asunto tiene el peruano Thais, autor de La disciplina de la vanidad, y que como editor tiene Pere Sureda. ¿Cómo está el ego de los escritores?, bien, gracias, "pero no hay que olvidar el ego de los editores, eh", como nos dijo la escritora, y ahora editora también, Ana María Moix.

¿El ego? La escritora hindú Kiram Desai lo dijo con la dulce contundencia con la que se introdujo en el festival con la eficacia de una niña: "Yo escribo para mí, después vienen los críticos y se creen que he escrito para ellos". Por cierto, ella, como Claudia Amengual, como Enrique de Hériz, como Jorge Edwards, como José Ovejero, como Belén Gopegui, como Wendy Guerra (¡el mejor desnudo del festival, lo mostró Mordzinski!), como Piedad Bonnet, como Homero Haridjis (el mexicano que oía a las tortugas marinas), como Juan Gustavo Cobo Borda, como Juan Gabriel Vásquez, como Darío Jaramillo, como Jorge Franco, como Óscar Collazos o como Julio Villanueva Chang, formaron parte de una enorme conversación que es el sustento del Hay y que siempre acaba con una rosa cuyas espinas están pulidas por los voluntarios del festival.

En medio de las espinas y de las rosas, aquella conversación grave, esencial, ese intercambio de experiencias entre Héctor y Aminatta se queda como un símbolo del Hay. Y de este tiempo.

Sonho Meu



Eran las nueve de la mañana. La sala previa a los locutorios se iba llenando con el goteo de personas que aparecian tras deslizarse a la derecha la pesada puerta blanca de hierro que seguía al arco detector de metales.
Tras cumplir el ritual anterior yo esperaba sentada a que otros accediesen también al recinto. Entonces fue cuando la ví por primera vez. Mientras la puerta se movía lentamente, apareció ella. Era alta, corpulenta y con un tono mulato en su piel. Avanzo con la cabeza alta y el andar desgarbado. Vestía un chandal blanco con zapatillas deportivas. Iba sóla. Su cara reflejaba el mismo desanimo y sueño que el de los demás que allí estabamos. Transcurridos unos minutos, una voz fue nombrando el apellido de aquel a quien visitabamos y un número asignado para el locutorio. Comenzaba la visita y poco a poco la sala fue vaciándose hasta que no quedo nadie en ella.


Cuando regresaba a Madrid y mi coche iniciaba su andadura, ví su silueta de espaldas, caminando el trayecto de dos kilomentros que separa la prisión de la parada del autobus. Iba cargada con un pesado fardo. Pare a su altura:

- Sí vas para Madrid, puedo llevarte.

- Oh muchas gracias_ fue su respuesta. Lentamente, abrió la puerta trasera y y subió cargando con su fardo encima.

Mientras conducía podía observar su rostro en el espejo retrovisor. Los ojos muy abiertos reflejaban sorpresa. Pude advertir un leve acento portugues.

- Muchas gracias, de verdad. No esperaba que nadie fuese a llevarme_ me dijo con voz timida.

- Bueno, a mi no me cuesta nada. Yo también voy a Legazpi._ conteste.

Los minutos pasan despacio y la intimidad del SKODA inducen a charlar de algo.

- ¿De donde eres?_ le pregunto.
- De Brasil, de Minas Gerais. Estoy en España hace tres años. Pero ahora, mi hermano, el único que estaba conmigo en Madrid cometió un error y esta ahí dentro. Lleva seis meses. Yo tengo depresión ¿sabes?...pero profunda. He estado internada en La Paz y también en otra clínica. Me han detectado trastornos de personalidad, pero ahora la psiquiatra ha dicho que podrá internarme durante seis meses en la Clínica San Luis. Yo me voy a poner bien por mi hermano, para ayudarle....

Mientras conduzcó, la miro a través del espejo retrovisor. Habla con voz descorazonada, lenta, pastosa...

- ¿Te gusta la música?_ pregunto.
- Claro.
- Y conoces a Maria Bethania?
- ¡Maria!. Por supuesto. Es una diosa_ me dice con los ojos más grandes todavía...
- Pues entonces...._(mientras conduzco, imprudentemente busco un CD en el salpicadero y lo introduzco en el equipo)_ ahora puedes disfrutar un ratito de tu Brasil, en este camino seco por el que transitamos..


De pronto guardamos silencio.
De los altavoces surge la voz grave y dulce al tiempo de María Bethania envolviendolo todo:

-"Sonho meu, sonho meu
Vai buscar que mora longe
Sonho meu..."

Miro por el retrovisor. En su cara, una enorme sonrisa deja ver unos dientes blancos preciosos que en cascada cubren la boca que abre estupefacta...Nuestro silencio vencido por la voz de Maria va cubriendose de emoción....Sigo conduciendo y mirándola disimuladamente, porque ahora los ojos grandes brillan por sus lagrimas y veo que trata de disimular girando la cabeza en un súbito interés por el paisaje mortecino de la autovía.

Cuando la canción termina, su voz quebrada me dice:

- Siempre que salgo de aqui, lo hago hundida. Me cuesta caminar, pero hoy.... has convertido mi día triste en un día feliz. Sí , te doy las gracias. Aunque me gusta España, echo tanto de menos Brasil, mi gente , nuestra alegría...Pero voy a internarme y a curarme por mi hermano, porque yo soy la única que puede venir a verle, por él, por él lo voy a hacer.

En ese momento pulso el interruptor del équipo y extraigo el CD. Lo cojo y se lo entrego en un gesto de mi mano hacía la parte trasera en la que esta ella.

- Toma. Es para ti. Escuchalo y siente que tu tierra esta contigo siempre. Curate por ti y despues ayuda a tu hermano. Así tiene que ser_ le digo.

La plaza de Legazpi aparece frente a nosotras. Cuando situó mi coche junto al Metro, bajo y le ayudo a salir con su pesado fardo. Ella abre su bolso y me entrega un pequeño desplegable en el que se ven tartas de diferentes colores:

- Mira... Es para ti. Yo trabajo, ¿sabes?...soy diseñadora de tartas. Las invento yo, y son para cumpleaños, para bodas, para celebrar la felicidad de los que son felices. Quedate con esto.

Me entrega una tarjeta en tono rosa y verde en la que leo:
" FECHAS ESPECIALLES PIDEN TARTAS ESPECIALES. TODO UN DETALLE. CONSULTENOS PARA CUALQUIER OCASION. LUCIANA Y CELIA.
CAKE DESIGNERS."

Me da un beso, y la veo alejarse y darse la vuelta para decirme adios con su mano. La enorme sonrisa aún reposa en su boca.

Monto en mi coche. Respiro y pienso.
Acudo a mi cita dominical con el Starbucks de Serrano y la prensa del día. Cuando estoy degustando el primer sorbo de mi Tazo Tai Tea Latte en el comodo sillón, percibo que una suave música suena en el local. Me fijo bien.Es ella de nuevo. María. María Bethania.

- "Vai mostrar esta saudade
Sonho meu
Com a sua liberdade
Sonho meu"

Bebo un largo sorbo. Y suspiro.




jueves, 24 de enero de 2008

CRONICA DE LA REUNION SOBRE "HOMBRE LENTO"

El pasado Martes 22 de Enero de 2008 nos reunimos en el Cafe Ruiz para charlar sobre la novela de J. M. Coetzee "Hombre lento". Aunque esta cronista llego algo retrasada, allí se encontró con Cristina, Isabel, Marisa y Fernando, con el buen humor de siempre dispuestos a charlar sobre nuestro libro.
Creo recordar que a todos nos ha gustado el estilo de Coetzee, pero a Marisa el libro no le ha llegado como esperaba. El personaje del Sr. Paul Rayment tras su accidente se revela como un ser que muestra todas sus carencias. En el analisis del perfil del personaje es relevante la intervención de Sra. Elizabeth Costello, enigmatica mujer, que desde el principio de su intervención y hasta practicamente el final de la novela, a todos nos ha producido cierto desasosiego, porque no acabamos de ubicar exactamente su naturaleza_real/ficción_ y el rol que juega en el conjunto de personajes. Por momentos parece ser uno de ellos pero en otras ocasiones parece quedarse fuera y mover a todos los intervinientes de modo caprichoso.
Relato con galería amplia de personajes, en el que el personaje central se debate entre dejarse vencer por las propias limitaciones_edad, enfermedad,etc..._ (y ser lo que la sociedad espera que sea) o bien superar sus miedos y aferrarse a ese amor que obstinadamente ha nacido en él y que en cierto modo puede significar la última oportunidad para seguir sintiéndose vivo.
Marisa, no obsequió con un poema de José Goytisolo "Palabras para Julia" y también Cristina nos leyo un poema precioso de Angél González del que no pudó dar más datos pero que trataremos de localizar.
Con cariño, vuestra cronista
Karen Blixenn

Libro del Próximo mes: "Despojos de Guerra " de Ha Jin.


En marzo de 1951, armada con artillería rusa, una pequeña división del Ejército Popular de Liberación chino cruza el río Yalu como refuerzo militar a la ofensiva maoísta contra Corea del Sur. Con ella marcha el joven oficial Yu Yuan, que ha tenido que dejar atrás madre y novia para dirigirse a una guerra incierta y de la que sólo saldrá como prisionero de guerra del ejército americano. Internado en el campo de prisioneros de Pusán, y luego en el de la isla de Koje, en Corea del Sur, descubre sin embargo que los chinos pronacionalistas y los coreanos son mucho más expertos que los occidentales en el arte de infligir dolor a sus compatriotas. Además, una vez terminado el conflicto bélico, una China que amenaza con represaliar a fugitivos y traidores hace de esa espera en tierra y tiempo de nadie una pesadilla interminable.
TUSQUET EDITORES
382 páginas.
Lengua: CASTELLANO
Encuadernación: Tapa blanda
ISBN: 9788483103791
Colección: ANDANZAS
Nº Edición:1ª
Año de edición:2007
Plaza edición: BARCELONA

jueves, 10 de enero de 2008

Relato Hiperbreve

LOS URALES
Cuando Juan me explicó su proyecto de recorrer los Urales decidí dejarle. Mientras me relataba con pasión cómo pensaba viajar desde el mar Caspio hasta el mar de Kara, más allá del Circulo Polar, comprendí que nunca le entendería, que siempre existirían rincones en su cabeza que escaparían a cualquier pretensión de empatía. Decidí apoyarle totalmente: era su vida y su sueño. No planeaba pasar unos días en los Pirineos, o escalar una montaña exótica como el monte Kilimanjaro; se trataba de materializar lo imposible: recorrer en solitario tres mil kilómetros cruzando una región casi deshabitada, de climatología hostil y poblada de animales salvajes, sólo por el placer de hacerlo, únicamente porque el viento atraviesa los barrotes de la rutina y él era viento y mi mundo, el territorio donde se desarrolla la vida de cada día, la jaula que pretendía atraparlo. La noche anterior a su partida hicimos el amor salvajemente, con desesperación. Él pensaba que podía ser la última vez que estábamos juntos; yo lo sabía. Durante esos preciosos momentos destilamos el néctar de una relación imposible, apurando el amargor y la dulzura de la última copa.