jueves, 23 de agosto de 2012

La Mala Pata de...... (II)

No sabía qué hacer para tener vacaciones en agosto.... así que decidí caerme por una escalera. Esta vez he cambiado de pierna, a la izquierda. El pronóstico es muy bueno, parece que hay una pequeña luxación de un ligamento del empeine y un grandísimo golpe, pie morado e hinchado y la marca del escalón clavada en el antepie. Pero el tratamiento es como si tuviera una gran cosa, estoy escayolada hasta la rodilla desde el sábado sin poder plantar el pie en el suelo, desplazándome a saltos con 2 muletas. Y mi entorno es nefasto, como para escribir una película de miedo con toques de humor.

-Estoy sóla en casa. Mis padres están de vacaciones, pensando en fugarse definitivamente, mi hermano trabajando en otro continente. Tengo la grandísima suerte de que cada día viene algún familiar o amiga a resolverme los temas de salir al médico, traerme comida..... Muchas gracias, Carmen!!!!!

-Llevaba un año sin ver a mi amigo, podíamos haber estado otros 7 más así si llegamos a saber el desenlace. Me caí saliendo de su casa, le llamaba a gritos escalera arriba y no me oía, así que me localicé por el móvil. Le monté un numerito de 2 mareos en la escalera y me tumbó en el rellano de la escalera mientras me daba coca-colas a ver si volvía en mí y cuando fue a buscar su coche para llevarme a urgencias, me dejó sentada en el rellano de una tienda para que al menos me vieran si me volvía a dar un mareo.

-Mi coche estaba aparcado en un sitio del Rastro que había que liberar a las 7 am del domingo, mi amigo me lo aparcó en La Latina. Mis tíos, recién llegados de vacaciones, vinieron a traerme comida el domingo y a recoger mi coche, a todos se nos olvidó el tema de las llaves y se dieron cuenta cuando llegaron allí, así que hubo que darse dos paseos. También se equivocaron de garaje al aparcarlo y se dieron cuenta cuando con mi descripción no llegaban a ningún sitio. Alguien también me dio un golpe por la noche y se ha roto un espejo retrovisor. Yo no he visto el desastre, pero todos dicen que es poca cosa.

-El número secreto de mi tarjeta es cualquier cosa menos secreto, mi amigo me compró las medicinas y pagó con ella y mis tíos también fueron a sacar dinero. Y mi monedero también es público, se lo doy a quien le haga falta para que compre cualquier cosa que necesite.

-En casa tenía las llaves de 3 pisos de Bankia y las del arco detector de metales de la oficina por el que acceden los clientes. Mi compañera tiene reducción de jornada por maternidad y no llega hasta las 10. Mi jefe se quedó sólo sin poder abrir la puerta mientras yo intentaba localizar un mensajero para hacer llegar las llaves antes de las 10. Al final, la asistenta de mis padres las envío desde una oficina el martes por la mañana, todo etiquetado y con una extensa lista de instrucciones. Por fin han llegado a su destino y han mandado un repuesto de una oficina grande.

-Vivo en mi habitación, bajo el ventilador de techo. Aquí tengo la TV, el ordenador, el teléfono, el móvil, el baño, la eparina, el algodón y el alcohol para autopincharme, una bolsa donde tiro toda la basura, la ropa sucia en el suelo entre la cama y la ventana, los taper de comida que me dejan en la mesilla cuando viene alguien para las siguientes comidas. Para moverme y llevar algún objeto, me cuelgo un bolso y salto por ahí.

-Las visitas reciben las llaves de la casa por vía aérea, es decir, se asoman a la ventana, yo se las lanzo y ya suben, abren, organizan la nevera, los víveres, lo que les parezca de la casa. Y si la que viene es una mujer, le toca ducharme casi seguro. Cada uno hace y deshace a su gusto y yo a todo digo que sí, con un enorme sentimiento de agradecimiento. Si me proponen guardar el hielo en el horno encendido, sé que ese es su sitio natural y me pregunto porqué no se me había ocurrido antes.

Estos pequeños percances te hacen tocar el suelo con el pie sano, que antes era el malo pero ahora es el bueno, y te das cuenta de las cosas que realmente son importantes y de cuántas personas hay que me ayudan, cada día hay alguien diferente, de forma que se reparten los esfuerzos y no le toca todo a los mismos. También ayuda que esto me ha pasado en un buen momento personal, que ayuda mucho a ver la parte positiva de las cosas y a relativizar la realidad. En realidad, tengo un enorme sentimiento de gratitud y agradecimiento hacia todos por su ayuda y cariño, aunque tanto el sábado como ayer se me calleran las lágrimas al verme otra vez escayolada.

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