lunes, 9 de julio de 2012

En mi Nueva Clase Aprendo el Lenguaje de Signos


Hoy ha sido un día grande, como les decía a mis compañeros cuando me preguntaban en qué nivel estaba, lo importante no era el nivel sino no estar con la profesora de la semana pasada, que por ser inepta, no nos dijo ni cómo se llamaba. Mis compañeros asentían cuando les explicaba mi razonamiento.

Esta semana han llegado 22 alumnos nuevos a la escuela. En mi nueva clase hay un chico sordomudo. Sí, una de esas personas con ganas de esforzarse y un gran afán de superación que te replantean tus valores. Viene a clase con su padre, que le traduce la clase al lenguaje de signos y el chico intenta hablar, pero es imposible entenderle. Es tan difícil que el chico habla y luego su padre repite. La profesora dice que le entiende, pero es la única.

Hoy a la salida de la clase, el padre y el hijo estaban viendo qué hacía y yo les he explicado lo divertido que era irnos todos juntos a malcomer a la fuente. El padre me ha dicho que le costaba mucho entenderme y que tenía que acostumbrarse a mi acento, yo he asentido porque para mí sigue habiendo sólo 5 vocales y la proximidad de los idiomas hace que me invente cualquier palabreja que desconozco con alta probabilidad de acierto. Yo me he abstenido de explicarle lo obvio, que es que a su hijo sólo le entiende él y la profesora. Todavía no hay confianza para preguntar las diferencias sobre el lenguaje de signos de cada idioma y en qué idioma le traduce las explicaciones.

Cuando el resto de los estudiantes me han visto aparecer con ellos y su "verborrea" se han quedado boquiabiertos, no entendían nada y tampoco comprenden qué hace una persona sordomuda estudiando francés, las caras era un poema. A Ludovica ya le he dicho que dejase de preguntar que esta tarde le explicaba todo. Le he presentado a un compañero y le he tenido que escribir el nombre en un papel y luego me ha escrito un par de frases en un cuaderno. Su padre es quien lleva 2 años y medio enseñándole francés en casa. Dice que la clase es un poco más difícil del nivel de su hijo, pero que es bueno tener que esforzarse, pero este chico ya tiene que esforzarse mucho de por sí.

En la escuela también hay una japonesa que lleva aquí no sé si 2 meses o 1 año porque tampoco he conseguido enterarme. Ninguno la entiende, aunque va a muchos sitios con el resto de los estudiantes, se sienta, sonríe y asiente y ninguno podemos mantener una conversación con ella. Esta es mi cuarta semana y ella no ha mejorado ni un ápice.

Todo esto me hace plantearme que el concepto de igualdad entre las personas es falso, todos somos diferentes y tenemos unas capacidades y oportunidades de partida claramente diferentes. Esto no es políticamente correcto, y no quiere decir que unos seamos más que otros, porque, por ejemplo, el talento innato que tengo para los idiomas y para salir airosa de cualquier situación no lo tengo para la pintura ni para la visión espacial ni para el deporte que demuestran otras personas. Por mucho que ejercitemos nuestras capacidades, siempre hay áreas más fáciles y más difíciles para cada uno y esa diversidad es la que nos enriquece en las relaciones interpersonales.

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