sábado, 14 de julio de 2012

Aventuras Nocturas



El jueves por la tarde estuve con una amiga de mi padre que sus padres viven aquí y estuvimos comentando las rarezas de este país y de sus paisanos. ¡Qué maravilla sentirme entendida! Yo había avisado que llegaba a cenar a las 7:30, cuando llegué empezamos cenando a las 7, luego se fue retrasando la cosa hasta que llegaron los conciertos del Festival Radio France a los que suele ir Mr. Lemaire y se retrasa hasta las 7:45 sin que ni Ludiovica ni yo sepamos la hora de la cena. Y, garn sorpresa, cuando llegué a las 7:35 ¡tenían tan ataque de hambre que habían empezado a cenar sin esperarme! Por lo menos me habían guardado algo de cena...... Y yo he decidido no mosquearme por nada y quedarme con lo bueno.

Cada noche que salgo es una aventura, me encanta la vida de esta ciudad. El jueves organizaban una quedada en el Australian Bar de Antigone (El barrio que imita a la grecia antigua de Ricardo Bofill del que ya os hablé cuando me fui a dormir la siesta a la biblioteca), hacía una noche preciosa y me fui dando un paseo hasta el río Lez que atraviesa Montepellier. Estuve viendo los bares y restaurantes en busca de un helado y no encontré ningún sitio que me apeteciera. Mis compañeros me habían prevenido de cómo era el Australian Bar, pero yo no les hice ni caso, y aparecí para darme la vuelta en cuanto llegué, ¡allí estaba todos los adolescentes de Montpellier y ya parecía la madre de alguno que daba vueltas desesperada buscando a su hijo juerguista que se había fugado de casa! Así que me volví al centro sin esperar a que llegaran el resto de estudiantes.

A la vuelta de la casa hay una heladeria donde hacen unos helados italianos de muerte. Me senté en la terraza y me tomé uno, escuchando las rumbas a volumen atronador que salían de la guitarra que tocaban en el bar español del al lado. Una francesa se puso a bailar y tocar las palmas en la calle y salieron a regañarla, el dueño de la heladería se puso a hablar conmigo. No os lo he contado, pero es impresionante todo lo que les gusta en esta tierra la español, bueno, me los españoles, pero en todos los eventos hay paellas gigantes para pedir una ración y los bares de tapas españolas les vuelven locos, ya he visto varios en Montpellier y el día que estuve en Carcassone también tocaban rumbas en el restaurante francés.

Cuando se acabó la música, continué con mi paseo y de repente, apareció una tienda con muy buen aspecto y bien iluminadita, eran las 11 de la noche y me produjo tal curiosidad que entré a verla. ¡Era un Sex-Shop! La variedad de aquella tienda a precios populares es indescriptible.

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