lunes, 25 de junio de 2012

Ludovica, mi Hermana de Acogida



Ahora tengo una hermana de acogida, se llama Ludovica y es italiana. Como Mr. Lemaire es el fundador de este edificio del siglo XVII y a Madame Lemaire le duele mucho la espalda a todas horas, la cigüeña ha decidido hablar con el tren para traerle a sus hijas de acogida, así que en vez de ir al hospital a recoger un bebé que les ha dejado la cigüeña, van a la estación a recogernos.

Las hijas de acogida que se recogen en la estación de tren tenemos mucha ventajas sobre las que las cigüeña deja en el hospital. Por ejemplo, ya sabemos andar, comer solas, recoger la habitación, ducharnos, vamos solas al colegio, no lloramos cuando el camión de la basura y los borrachos gritones del centro nos despiertan 5 veces cada noche y, sobre todo, hace tiempo que estamos lo que en inglés se llama "potty-trained" y en español está relacionado con el control de esfínteres. Todos aquellos que sois madres (o padres) seguro que entendéis la importancia de estas cuestiones. Porque, en realidad, lo único que tiene que hacer con nosotras dejar que desayunemos solas, hacernos la cena, lavarnos la ropa los sábados (de planchar ni hablamos), cambiarnos la ropa de cama cada 15 días y ayudarnos a que cambiemos el idioma que llevamos por defecto en la cabeza (en mi caso, el español, y en el de mi hermana de acogida Ludovica, el italiano).

Otra ventaja que también tenemos las hijas de acogida frente a las permanentes es que finalizadas unas semanas, no vuelven a meter en el tren, nos dicen adiós y no se tienen que preocupar más de las notas, de si vamos a la universidad, si tenemos trabajo, si volvemos tarde o si somos mujeres de provecho, por no hablar del tema de los gastos que suponen los hijos que trae la cigüeña, ya que además nosotras tenemos que pagarle por su "acogimiento".

Ludovica viene de Roma, tiene 17 años y ayer, como buena hermana mayor, la llevé después de cenar a pasear por el centro de Montpellier y hoy hemos comido con el resto de los estudiantes de la escuela un bocadillo en un parque (hoy al menos ha sido a la sombra). Lo que no entiendo muy bien es por qué la recién llegada hermana menor habla mucho mejor que la mayor. No le funciona el ordenador, así que ayer le dejé el mío para que pudiera conectar con su familia. Por la noche me dijo una cosa que me resultó muy rara, quería desayunar esta mañana conmigo, y yo, que soy de despertar lento y cabreado, no entiendo el interés que eso tiene cuando yo llevo desde los 10 años desayunando sola y sin hablar con nadie hasta que llego a mi trabajo, y aún ahí hay días que pobre el que me pille. He tenido la suerte de que se ha dormido y sólo hemos ido juntas a la escuela.

1 comentario:

Marisa dijo...

Pues a mi el nombre de "Ludovica" me trae aires renacentistas, igual me pasa con el nombre de "Giovana". A estas alturas de la vida, no estamos acostumbradas a ser las "hermanas mayores" de nadie. Me resulta agradable y romántico el pensar que podemos "inspirar" a generaciones más jóvenes cuando hoy en día, la mayoria ni te miran y no te reconocen ningún valor. Besos