viernes, 22 de junio de 2012

21 de junio 2012- Fête de la Musique



Tengo una amiga. Me va a durar hasta el sábado, vuelve a su casa. Se llama Zshagah de Zshagah, estamos juntas en la misma clase y me costó un tiempo descifrar que me decía que llamaba Sarah y que trabaja en Zara en Pekín. En realidad, se llama Cheng Wei, pero esta ya es para nota. Cuando esta mañana hemos comentado en clase que hoy era la fiesta de la música y le he propuesto ir juntas, se le han abierto tanto los ojos de emoción que casi parecía occidental.

Imagináros lo que es una china que ha estudiando un intensivo de idiomas de 400 horas al ritmo de 2,5 horas al día y que lleva 2 meses viviendo en un país extranjero. Este puede ser el chino de tu barrio, y que cuando le preguntas si las pilas son alcalinas te dice que sí y te sonríe y si a las mismas pilas le preguntas si no son alcalinas te sigue respondiendo que sí con la misma sonrisa con ese acento lineal incomprensible, pero en este caso en francés, que te hace pensar que no está enterándose de nada. A esto añádele la dificultad de que la otra interlocutora lleva a sus espaldas otro curso de francés de 112 horas al ritmo de 4 horas semanales. Imagínate dicho encuentro, deja la imaginación volar y piensa cómo puede ir el encuentro. Pues esas somos Zshagah de Zshagah y yo.

Hoy, día de la fiesta de la música, hay miles de conciertos gratuitos y orquestas de todo tipo por toda la ciudad desde las 2 de la tarde hasta la medianoche, si bien son las doce y media y aquí espo parece que no acaba nunca, vamos, que no voy a pegar ojo aunque esté que me caiga porque toda la ciudad de Montpellier está en la calle y ahora hay una estruendosa orquesta de rock que no me deja pegar ojo.

Zshagah de Zshagah y yo hemos quedado para ir a la fiesta de la música, todo esto a través de nuestros móviles franceses, tenemos una tarifa con sms gratuitos porque hubiera gastado los 44 minutos de conversación que tengo precargados y no habríamos sido capaces de encontrarnos.

Hemos estado en un concierto de vientos en la Ópera de Montpellier y después en uno de harpa, flauta y tuba. Después hemos paseado por la ciudad y hemos estado en varios escenarios musicales de toda la ciudad. Es impresionante ver la cantidad de gente joven que estudia en el conservatorio y la cantidad de niños que había sentados escuchando la música clásica.

Zshagah de Zshagah se tenía que marchar porque mañana se examina del B1 de francés y quería dormir (pobre ilusa, también vive en el centro) y no me ha acompañado al Château d'Ô, un castillo del siglo XVII que está en los alrededores de Montpellier y que es una mezcla entre la parte de jardín francés del Parque del Capricho en Madrid y la finca de almendros del Parque de la Quinta de los Molinos, también en Madrid, pero con una finca de olivos, que albergaba 4 escenarios en sus jardines.

Yo he tenido la suerte de ser las últimas personas en poder acceder al auditorio para escuchar el Carmina Burana con un coro de 300 personas entre 7 y 77 años, según decía el folleto. Y digo suerte porque he llegado y me han dicho que no había asientos y finalmente han dado 15 asientos más y he podido comprobar que nuestros amigos del norte son igual de mal educados que nosotros y que se han avalanzado al grito "tonto el último".





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