martes, 9 de diciembre de 2008

ACCION EJECUTIVA

Me paré abruptamente y contuve el aliento mientras ponía toda mi atención en escuchar los sutiles sonidos que rebotaban en las paredes y producían por reverberación ecos extraños y malignos. Avancé lentamente dejando a mi izquierda la pared y al otro lado una tenebrosa oscuridad, preñada de sombras informes y corrientes heladas que movían los visillos como si de formas vivientes se tratara.

Mis pasos hacían crujir la madera y los dientes se apretaban unos contra otros, rechinando en un esfuerzo por controlar los nervios tensos como el acero. Me adelanté unos metros y llegue ante una puerta abierta. Con infinito cuidado y asomando sólo unos milímetros miré dentro de la estancia, que se reveló solitaria y polvorienta.

Suspiré profundamente, y tras tomar fuerza continué con mi sigiloso camino a lo largo del pasillo, tratando de fundirme con la pared y avanzando tan silenciosamente como una pluma deslizándose por un camisón de raso.

Repentinamente, sentí un tirón en el borde de la falda y me quedé completamente inmóvil mientras el corazón pugnaba por salirse de mi pecho. Volví la cabeza lentamente y vi que un clavo saliente de la pared había enganchado el dobladillo de la prenda. Un estremecimiento de alivio corrió a lo largo de mi cuerpo, y mientras cerraba los ojos traté de recuperar el autocontrol que por un momento había perdido.

Sujeté con más fuerza el pesado objeto de madera y metal que llevaba en las manos y comprobé con horror que todo mi cuerpo estaba cubierto de una película de sudor, pegajosa de polvo y con un cierto olorcillo rancio.

Tienes que conservar la calma, tienes que conservar la calma ….. susurré varias veces como si de un “mantra” se tratara. Deslicé la mano a lo largo de la pared y solté el pedazo de tejido atrapado en el metálico saliente.

Continué con todo el aplomo que me quedaba y me acerque donde un rayo de luz lunar proyectado a través del hueco de una puerta abierta, mostraba sombras en movimiento y una serie de ruidos chirriantes que sólo pude describir como de arrastre y desgarramiento.

Mi avance se ralentizó aún más. Acerqué mi cara al marco de la puerta y con una lentitud infinita miré dentro de la estancia. Divisé una forma rotunda moviéndose cerca de la chimenea y otras con extrañas angulosidades capilares agitándose nerviosamente en diferentes direcciones.

Tras una profunda inspiración, arrastré mi arma por el piso y tumbada tras la puerta apunté cuidadosamente a las formas móviles. Mientras la cruz de la mira se situaba sobre una de las cabezas, sentí como el sudor brotaba profusamente de mi frente y formando un riachuelo sobre las cejas se precipitaba sobre los ojos bloqueando momentáneamente la visión. Aparté las gotas con un movimiento nervioso, y volví a centrar mi vista sobre la mira telescópica.

Los acontecimientos se sucedieron con una aceleración demoníaca. En rápida sucesión lancé una granizada de proyectiles sobre los bultos, que lanzaron agónicos gemidos entre nubes de humo de pólvora quemada. Golpes de caída, muebles desplazados y blasfemias e imprecaciones llenaron la estancia durante unos segundos de completa confusión.

Esperé un par de minutos a que se aclarara el humo, y tras comprobar que nada se movía entré decidida en la habitación.

En la parte más cercana a la ventana, unos bultos palpitantes yacían amontonados unos sobre otros desprendiendo una densa humareda desde su pelo ennegrecido por la pólvora.

Me acerqué a la chimenea donde una forma grande y colorida se encontraba tendida boca abajo. Con el cañón de mi arma empujé el bulto y lo puse boca arriba. Una espesa y larga barba blanca parcialmente enrojecida de sangre se deslizó a lo largo de su vestimenta.

Una intensa descarga de adrenalina fluyó por mis venas y electrizó todo mi cuerpo….

¡¡¡¡ MALDITO PAPA NOEL, YA NO VOLVERAS A LLEVARTE LOS JUGUETES DE MIS NIÑOS ¡!!!!!!!!

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